Ayer fui a la conferencia de un artista, no planifiqué muy bien mi horario de comida y estuve pensando en hambre todo lo que duró. Más que conferencia lo llamaron "conversatorio" palabra muy usada en el último tiempo. Fue más bien una entrevista, porque el interlocutor sólo se limitó a hacer preguntas y no a "conversar". Las preguntas no me parecieron buenas, pensé que eran demasiado comunes. Típicas preguntas que les hacen a los artistas a donde quiera que vayan y para las cuales ya tienen una respuesta más o menos preparada. Tampoco sabría yo hacer mejores preguntas porque a mi no me gusta que me las hagan. Las preguntas del público fueron extrañas, he notado que hay personas que no conocen la diferencia entre una pregunta y un comentario. Terminan hablando de lo que ellos creen, pero que a nadie le interesa mucho. El público aplaudía las preguntas y las respuestas. Extraño. Los que se decantaron por hacer preguntas y no comentarios, se decantaron por preguntar sobre motivos. Los motivos de los artistas se los han inventado los críticos. Si el artista no escribe, no pinta, no esculpe, no canta, o lo que quiera que haga. Se desvanece. No hay otro motivo.